En 1989, en la ciudad de Belgrado, los grandes maestros yugoslavos Ivan Nikolic y Goran Arsovic protagonizaron una partida que quedó grabada en la historia por una razón muy singular. Con un total de 269 movimientos, es hasta hoy la partida más larga registrada oficialmente bajo condiciones reglamentarias. Su desenlace fue un empate, pero su legado sigue siendo una fuente inagotable de asombro y análisis.
Lo que permitió que esta partida se prolongara tanto fue una excepción que existía en ese momento en el reglamento de la FIDE. Durante las décadas de 1970 y 1980, se aceptaban extensiones específicas de la regla de los 50 movimientos en finales particularmente complejos. Por ejemplo, en el final de torre y alfil contra torre, como el que se dio en Nikolic–Arsovic, estaba permitido jugar hasta 100 movimientos sin captura ni avance de peón. Esta normativa estaba inspirada por el deseo de permitir que los finales técnicamente ganables se jugaran sin prisa, siempre que existieran progresos tangibles.
Pero esta flexibilización generó partidas que, como la de Belgrado, pusieron a prueba los límites de la paciencia, la precisión y la resistencia mental. En 1992, tras años de debate, la FIDE eliminó todas las excepciones y reinstauró de forma estricta la regla de los 50 movimientos. Desde entonces, partidas como esta se volvieron poco probables en el contexto competitivo oficial.
Pese a su duración extrema, el juego no fue un carnaval de imprecisiones ni un sinsentido de repeticiones. Nikolic, con blancas, inició con un Gambito de Dama, al que Arsovic respondió con una Defensa India de Rey. El ritmo fue sólido durante las primeras fases y dio paso, en el tramo final, a un duelo técnico y meticuloso que se extendió por decenas de jugadas sin errores catastróficos. Fue una prueba de temple, resiliencia y respeto mutuo, donde ningún jugador quiso rendirse sin agotar cada milímetro del terreno legal y ajedrecístico.
Es cierto que, en bases de datos como la Mega Database o en plataformas online, se pueden encontrar partidas que superan ese número de jugadas. Sin embargo, muchas de ellas se consideran no válidas para efectos oficiales, al no haberse jugado bajo supervisión reglamentaria. Un caso curioso fue la partida entre el FM Nikolay Maevsky, de Rusia, y el IM Roberto Molina, de Brasil, disputada en 2021 durante un Titled Tuesday en Chess.com.. Aunque alcanzó los 300 movimientos, se trató de una partida blitz online donde las repeticiones y decisiones cuestionables formaban parte del entorno digital más que de una batalla estratégica clásica.
La partida de Belgrado no se recuerda por una combinación brillante ni por un mate espectacular. Se recuerda por lo que simboliza, un momento en que el ajedrez se estiró hasta los márgenes del reglamento sin quebrarlo. Una danza mental prolongada, casi ascética, que desafiaba al tiempo y al código, y que ahora pertenece al terreno de lo irrepetible.