EXPERTO INVITADO. Magnus Carlsen, actual número uno del mundo, es sin duda uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos. Su dominio a lo largo de muchos años es aún más impresionante porque se produjo en la era moderna del ajedrez.
De hecho, el avance de la tecnología permite a los jugadores optimizar sus sesiones de entrenamiento. Mediante el uso de ordenadores, los jugadores pueden estudiar varias posiciones e identificar los mejores movimientos en una situación determinada. A continuación, intentarán reproducir estas jugadas óptimos en una partida.
En mi opinión, el acceso a la tecnología es una de las razones por las que muchas partidas tradicionales de alto nivel terminan en empate. Los jugadores están estudiando esencialmente los mismos movimientos.
Entonces, ¿cómo se gana en este entorno?
La respuesta es sencilla: ir a contracorriente.
Para destacar entre la multitud, Magnus Carlsen busca jugadas diferentes a los que sugiere la computadora. Busca movimientos que no sean unánimemente aceptados por la comunidad de jugadores. Al realizar estas jugadas sorprendentes, espera desestabilizar a su oponente y llevarlo a situaciones imprevistas e inusuales.
El inversor contrario
La estrategia utilizada por Magnus Carlsen me recuerda a la del inversor contrario.
El inversor contrario busca situaciones que no son universalmente aceptadas. Buscan actuar de forma contraria a la mayoría. Por ejemplo, buscan oportunidades de inversión en sectores rechazados y evitan los populares o especulativos. Más sencillamente, compran cuando todo el mundo vende y venden cuando todo el mundo compra.
Un inversor contrario tratará de identificar las situaciones en las que el sentimiento es desfavorable. Utilizará sus conocimientos y experiencia para determinar si los factores que han hecho perder valor a una acción están justificados. Sin embargo, hay que tener cuidado, ya que la línea que separa un problema permanente de uno temporal puede ser a veces muy fina. Estas situaciones problemáticas suelen ser difíciles de evaluar y el riesgo de error es más frecuente y mayor.
Por eso, Magnus Carlsen y el inversor contrario deben hacer un análisis exhaustivo antes de ir a contracorriente. No van a aprovechar todas las oportunidades que se les presenten. Se encargarán de identificar claramente las situaciones atractivas y de excluir las que no lo son. Si deciden seguir adelante, no elegirán un movimiento de alto riesgo. En cambio, tratarán de minimizar el riesgo.
Magnus y el inversor contrario saben que no van a acertar siempre. Sin embargo, saben que si toman una mala decisión, el juego no estará en peligro. Les quedarán suficientes movimientos para recuperar el tiempo perdido y finalmente ganar.
En este sentido, ambos tienen una visión a largo plazo. No intentan ganar la partida en una o dos jugadas; son pacientes. Se basan en una larga secuencia de movimientos que, con el tiempo, mejorarán su posición y sus posibilidades de ganar. Tienen que pensar, desarrollar y seguir una estrategia claramente definida, al tiempo que están preparados para adaptarse a un entorno en constante cambio.
Fácil de decir, no fácil de hacer
Ser contrarian es difícil. El inversor contrario recorre conscientemente un camino oscuro y poco transitado. Suele comprar cuando una acción baja y se desata una tormenta; por desgracia, su compra rara vez coincide con el final de la tormenta. Como resultado, la situación puede seguir deteriorándose y las acciones pueden seguir cayendo en los meses siguientes a su compra. A corto plazo, debe aceptar esta incómoda situación.
A veces, el inversor contrario se equivoca, como Magnus Carlsen, que a veces pierde la partida. Sin embargo, esto no impide que tengan éxito a largo plazo. Saben que este tipo de decisiones se toman para destacar y tienen el potencial de mejorar sus resultados a largo plazo.
Como inversor, ¿sigue a la mayoría o intenta ir a contracorriente?