Roberto García Pantoja se ha forjado, a sí mismo, contra la adversidad. Es un Gran Maestro de ajedrez que, tiempo atrás, no tuvo temor a enfrentarse con la Federación Cubana por un impago de dinero que esta la adeudaba, algo que le llevaría a renunciar a este organismo, ante la injusticia.
Tras la ruptura, todavía aparece entre los mejores coeficientes ELO de Cuba, pero ya no es parte de la preselección nacional. Ahora, ha enrumbado su vida como entrenador, “siempre luchando por ser feliz, entre tantas vicisitudes”, pero con la aspiración de volver a competir en torneos.
¿Cómo descubre el ajedrez Roberto García Pantoja?
Llegué al ajedrez por un tío mío que me mostró las generalidades, cuando tenía entre seis y ocho años. Apenas estaba aprendiendo, era todo muy básico entonces. Me gustaba y lo que más me molestaba era que no lo entendía bien y por eso le dedicaba mucho tiempo. Jugaba, básicamente, en el mercado del barrio, a donde iban personas y llevaban sus tableros para jugar. Un señor que trabajaba en ese sitio tenía dos juegos y, prácticamente, obligaba a todos a jugar contra mí. Después, el mismo señor, le aconsejó a mi mamá que me llevara a otro lugar para que me guiaran mejor. El ambiente era sano, pero no era bueno para el desarrollo de uno como ajedrecista. Iba por la mañana, después de desayunar y si mi mamá no me buscaba, me quedaba hasta por la noche. Después, me llevaron a una academia y me lo tomé un poco más en serio.
¿Cuándo empiezas a tener confrontaciones a nivel nacional?
Estaba en una escuela de alto rendimiento, pero para equipos nacionales juveniles y nos dieron la primera oportunidad importante a nivel de evento oficial, y fue una semifinal de un campeonato de Cuba. El que era comisionado en ese momento decidió entregar unos cupos a los juveniles y apostar porque el proceso debía estar en atletas jóvenes. Nos dieron unos cupos y ese evento fue una gran oportunidad porque era la primera vez para enfrentar a Grandes Maestros.
¿En qué momento comienzas a competir en torneos internacionales?
Eso siempre es un problema para los deportistas cubanos. En mi caso, fue un poco fortuito, apareció de momento. Una Fundación, o algo así, y regaló a Cuba tres cupos, para darlos a dos chicos y una chica para un Campeonato Mundial Sub-16 que se iba a desarrollar en Serbia y Montenegro, cuando aún no se habían separado. Casualmente, el único campeonato nacional que se había hecho era el de mi categoría y al haberlo ganado, automáticamente, un cupo era mío. Ese fue el primer evento importante porque los Torneo Capablanca son en territorio nacional.