¿Alguna vez te has preguntado por qué los juegos de ajedrez se pueden encontrar en parques y otros espacios públicos y contemplado cuál es su función dentro de estos espacios? Los estudios han demostrado que los deportes y los juegos funcionan para reducir el estrés y mejorar la salud mental general del público. El ajedrez, uno de los juegos más populares del mundo, permite que dos personas de cualquier parte del mundo jueguen sin importar las barreras del idioma, la edad, el género, la capacidad física o la situación social.
Al combinar elementos del deporte, el razonamiento científico y el arte, el alcance del ajedrez es global y se ha utilizado durante mucho tiempo para promover la igualdad, la inclusión social y el respeto entre las personas y las naciones.
Con más de 1500 años de historia, el ajedrez dio lugar a una variedad de otros juegos y formas de juego, consolidando su lugar como pasatiempo y deporte intelectual. Entre las ciudades europeas vinculadas al juego, destaca la ciudad alemana de Schachdorf Ströbeck como la capital mundial del ajedrez , título derivado del encarcelamiento de un noble por parte del obispo Arnulf de Halberstadt. Mientras estaba en la cárcel, el noble enseñó el juego a los guardias de la prisión, quienes luego se lo enseñaron a los granjeros, lo que eventualmente permitió que se extendiera al resto de la gente del pueblo.
Si bien el ajedrez se ha jugado tradicionalmente como un juego de mesa, existen versiones con piezas de tamaño humano e incluso versiones en las que las personas juegan como piezas. Nadie puede estar seguro de los orígenes de esta forma de ajedrez , con piezas literalmente vivas, pero fue una práctica frecuente en las cortes reales de Europa a lo largo de los siglos XV y XVI. Quizás el ejemplo más conocido de esta práctica de ajedrez humano es la ciudad italiana de Marostica, que ha organizado un juego de ajedrez humano en su plaza central cada dos años desde el 12 de septiembre de 1454.
Más que un simple juego de mesa, el ajedrez y su estética se han convertido en un tema recurrente en el diseño, prestándose a una miríada de imágenes en paredes, pinturas, pisos y muchos otros elementos arquitectónicos.
En numerosas ciudades del mundo, el ajedrez se ha convertido en un elemento fijo en plazas, parques y jardines. Dentro de estos entornos urbanos abarrotados, un juego de ajedrez se convierte en un punto de encuentro para personas de todos los ámbitos de la vida y los conecta de una manera que promueve, no solo la salud mental, sino también la cohesión social. Es una herramienta para construir relaciones personales entre los usuarios y fomentar el respeto y la convivencia que salva las brechas generacionales.
Según varios estudios, el ajedrez ha demostrado ser una herramienta eficaz para ayudar a los niños a comprender las consecuencias de sus acciones, enseñándoles a aceptar las reglas y cómo ganar y perder. Además de esto, el ajedrez agudiza las capacidades de lectura de un niño, incentiva la creatividad y la imaginación, promueve la comunicación interpersonal y previene la adicción a los dispositivos electrónicos y las aplicaciones sociales. Aumenta la concentración, la capacidad analítica y el pensamiento crítico. Para los jugadores mayores, sirve como una forma de entrenamiento de la memoria visual y espacial, ayudando a combatir los síntomas de la enfermedad de Alzheimer y otras condiciones degenerativas asociadas con la vejez. Aún más importante, es una oportunidad para socializar y combatir la soledad, lo que demuestra ser un importante estimulante del estado de ánimo.
Gracias a sus muchos beneficios mentales y sociales, las ciudades de todo el mundo están trabajando para que el ajedrez sea un elemento fijo en sus áreas públicas, lo que permite que los ciudadanos de todas las edades y orígenes se reúnan y jueguen. El proyecto Urban Chess de Jesús Medina es solo un ejemplo de estos esfuerzos. El proyecto comenzó en 2017 cuando se colocaron los primeros tres juegos de ajedrez en Maxima Park en Utrecht, Países Bajos. El esfuerzo ha continuado en muchas otras ciudades holandesas y hoy, en 2021, se estima que hay un mínimo de 40 ciudades en los Países Bajos con juegos de ajedrez en sus espacios públicos. El movimiento también está cobrando fuerza en otras partes del mundo, con España, Bélgica, Argentina e incluso Uganda siguiendo su ejemplo.
Washington Square en la ciudad de Nueva York, Liberation Square en Sarajevo y la Plaza del Ajedrez, o Chess Plaza, en el barrio limeño de Miraflores son algunos de los lugares más destacados para acercar el ajedrez a la esfera pública. España, Andorra, Argentina y Uruguay están trabajando activamente para llevar los beneficios educativos del ajedrez a sus residentes, mientras que Chile espera aprovechar sus propiedades sociales y terapéuticas. Incluso el parlamento paraguayo aprobó la incorporación del ajedrez a su currículo educativo nacional, y México no se quedó atrás al aprobar una legislación similar. Sin importar las diferencias entre lugares y personas, el ajedrezpuede cerrar la brecha, uniendo a las personas e incentivándolas a pensar, compartir y socializar, conectándolas tanto con su comunidad como con ellas mismas.