“No soy una jugadora de ajedrez femenina, soy una jugadora de ajedrez”
Judith Polgar
“Teresita, ve vos a comer algo y a descansar. Yo te despierto una horita antes de la reanudación y te cuento los análisis que encontramos para terminar la partida”. Estas fueron las palabras que Boris de Greiff, capitán de la delegación femenina le pronunció a Teresa Leyva luego del aplazamiento de su partida con la china An Yangfeng en la 13 ronda de la olimpiada mundial de Ajedrez en Lucerna, 1982, partida que Teresa Leyva finalmente ganó y que le permitió alcanzar la presea dorada en la olimpiada.
Para las nuevas generaciones mencionar el nombre de Teresa Leyva quizá no signifique mucho. Sin embargo, para la historia del ajedrez colombiano y, en particular, para el ajedrez femenino, este nombre tiene un significado muy especial, dado que Teresa ha sido la única ajedrecista colombiana en alcanzar una medalla de oro en una Olimpiada Mundial de Ajedrez.
Llamo a Teresa para recopilar personalmente los datos para esta semblanza y al otro lado de la pantalla me responde una mujer muy amable y cordial, pero también con trazos de un carácter fuerte. “Recuerdo que la partida ese día fue muy tensa. Desde el principio noté bastante hostilidad por parte de la jugadora china y se notaba que quería ganarme a como diera lugar. Sin embargo, yo no me dejé amedrentar porque tanto en el ajedrez como en la vida siempre he sido echada para adelante y le jugué de tú a tú. Inclusive, recuerdo que ella tenía una especie de esencia líquida en una botellita que se untaba de vez en cuando, supongo que para que le calmara un poco la ansiedad. Se untaba y dejaba la botellita al lado y en un momento de tensión pues yo ni corta ni perezosa pues agarré la botellita y también me unté un poquito”, cuenta Teresa entre risas. “La china me miró furiosa como si quisiera comerme y dejó entonces la botellita lejos de mi alcance. La partida se aplazó y Boris me dijo que me fuera a descansar. En esa época, las partidas se jugaban a un ritmo de 40 jugadas en dos horas y media y se aplazaba para reanudarla luego. La jugada secreta se dejaba anotada en un sobre que se abría al momento de la reanudación. Resulta que nada más y nada menos que Jan Timman, Ulf Anderson y el cubano Guillermo Garçia se ofrecieron a analizar la posición y pasarle las conclusiones a Boris. Nunca supe si fue porque yo les caí bien o porque ellos tenían algún interés en que yo le arrancara por lo menos un punto a la selección de China, pero lo único cierto es que me fui a descansar y luego seguí las recomendaciones de ellos y afortunadamente gané la partida. En la última ronda descansé para asegurar la medalla…”. El equipo colombiano en Lucerna estuvo conformado por Ilse Guggenberger, Adriana Salazar, Gloria Inés Maya y Teresa Leyva oficiando como suplente. Teresa terminó invicta con un perfomance de cinco victorias y cuatro empates.
Teresa Leyva nació en Bogotá el 3 de Julio de 1957 y pasó su infancia y adolescencia en barrios muy tradicionales y antiguos como el Ricaurte y Primavera, situados en el centro de Bogotá. “Nosotros éramos una famila muy normal, de clase media, y disfrutábamos de ciertas comodidades. Vivíamos en una casita que mi papá había adquirido en el barrio Ricaurte. Allí vivíamos con mis padres y cinco hermanos. Pero un día pasó una tragedia terrible: se nos incendió la casa y perdimos todo. Quedamos en la calle. Hasta el lote donde estaba la casa lo perdimos porque mi papá lo entregó en parte de pago por el daño que sufrieron las casas alrededor”.
La filosofía estoica – con Séneca y Epicteto a la cabeza- pregonan que “lo que realmente importa no es lo que nos sucede, sino cómo reaccionamos a los que nos sucede”. Es en esos momentos de tragedia cuando sale a flote la resiliencia, esa capacidad que tiene el ser humano para transformar el dolor en algo nuevo, de moldear el sufrimiento y convertirlo en algo valioso. ¿Qué le queda al ser humano cuando lo ha perdido todo? Renacer de las cenizas como el Ave Fénix debería ser la opción más plausible. Es ahí cuando la resiliencia se convierte en arte, en un acto de creación constante. Nos invita a vernos, no como víctimas del destino, sino como artistas de nuestra propia vida.
Aunque el ajedrez es finalmente un juego de mente y estrategia, ningún ajedrecista está exento de enfrentar, alguna vez en su vida, desafíos y tragedias de la vida real, que los retan hasta el límite y los hacen sacar lo mejor de sí para superar esos problemas. Algunos lo logran, otros tristemente no. ¿Al fin y al cabo, no es la vida semejante a una partida de ajedrez con sus desafíos y contiendas, con sus sacrificios y derrotas? Algunos ejemplos nos pueden dar una mejor luz sobre estos eventos:
Paul Morphy (1837-1884) La mente brillante que se apagó: Considerado uno de los más grandes prodigios del ajedrez, Paul Morphy dominó el juego en su juventud, pero su vida posterior fue trágica. Después de retirarse prematuramente del ajedrez en su veintena, se sumergió en un estado de paranoia y se volvió recluso. A pesar de su brillantez en el ajedrez, Morphy nunca pudo encontrar la misma satisfacción en otras áreas de su vida, y su salud mental se deterioró progresivamente. Murió a la edad de 47 años, dejando un legado de genialidad y tragedia.
Akiba Rubinstein (1880-1961) Luchando con la enfermedad mental: Rubinstein fue uno de los jugadores más fuertes del mundo durante la primera mitad del siglo XX, y muchos lo consideran uno de los mejores ajedrecistas que nunca llegó a ser campeón mundial. Sin embargo, sufrió de esquizofrenia, lo que le impidió participar en el campeonato mundial y afectó su vida personal. A medida que su enfermedad mental empeoró, se retiró del ajedrez competitivo y vivió sus últimos años en una institución.
Bobby Fischer (1943-2008) El genio torturado: Fischer es una de las figuras más legendarias y controvertidas del ajedrez. Alcanzó la cima del mundo ajedrecístico al derrotar a Boris Spassky en 1972 para convertirse en campeón mundial. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por la paranoia, el aislamiento y la controversia. Abandonó el ajedrez competitivo poco después de su victoria, se convirtió en un fugitivo y terminó viviendo en el exilio en Islandia. Fischer sufría de graves problemas de salud mental y su comportamiento errático y antisocial lo alejaron del mundo que una vez lo aclamó.
Mikhail Tal (1936-1992) El genio del ataque y la enfermedad crónica: Conocido como "El Mago de Riga", Tal fue famoso por su estilo de juego agresivo y creativo. A pesar de su éxito en el ajedrez, incluyendo ganar el Campeonato Mundial en 1960, Tal sufrió de problemas de salud crónicos a lo largo de su vida, incluyendo problemas renales severos que requirieron múltiples cirugías. Su salud deteriorada lo obligó a retirarse temporalmente del ajedrez en varias ocasiones, y falleció relativamente joven, a los 55 años.
Vera Menchik (1906-1944) Una vida truncada por la guerra: Vera Menchik fue la primera campeona mundial femenina de ajedrez y dominó el ajedrez femenino durante más de una década. Sin embargo, su vida fue trágicamente acortada durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944, Menchik, junto con su madre y hermana, murió en un bombardeo alemán en Londres. Su muerte fue una gran pérdida para el mundo del ajedrez.
Teresa y su familia encararon esta tragedia de la mejor manera. “Como ya no teníamos nada que perder, mi papá decidió que íbamos a salir adelante contra viento y marea. Yo tenía seis años cuando sucedió eso. Obviamente ni mis hermanos ni yo teníamos juguetes y es entonces cuando mi papá nos enseña a jugar ajedrez. El decía que ni el parqués ni el dominó ni los dados era algo que nos iba a servir de algún provecho, sino que él quería enseñarnos ajedrez, porque era un juego que nos iba a enseñar pensar y, dada la situación en que nos encontrábamos, pues el ajedrez era algo que nos ayudaría a resolver y a encontrar soluciones a nuestra situación. El primer ajedrez que tuvimos era de pasta y a mi desde el primer momento me llamaron la atención los caballos. Siempre me parecieron una figuras muy bonitas y estilizadas. Todos, excepto mi hermano menor, aprendimos a jugar, pero solo a dos nos quedó realmente gustando y con ganas de competir. Con ese hermano era con quien yo me la pasaba jugando y entrenando.
Teresa considera que realmente empezó a jugar ajedrez competitivo luego de unas simultáneas que se organizaron en el centro de Bogotá. Ella lo relata de la siguiente manera: “La Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB) organizó unas simultáneas con los mejores maestros de Bogotá de aquella época. Me acuerdo de Juan Minaya y José Antonio Gutiérrez. A mí me correspondió jugar con Minaya y le gané. Yo tenía 13 años en ese momento. En aquella época yo ya había comenzado un poquito a estudiar ajedrez por mi cuenta, pues porque mi papá nos había enseñado de forma muy empírica. Él no sabía de aperturas ni de teoría ni de nada de eso. Cuando yo gané esas simultáneas, la ETB me vinculó a la empresa, no como trabajadora obviamente porque yo era muy pequeña, sino como jugadora. Entonces José Antonio que sí estaba vinculado formalmente me comienza a dar clases. Yo tenía que ir dos veces por semana y él nos entrenaba allá. De hecho, el estilo de juego de él y el mío se parecían porque ambos éramos muy tácticos. Yo siempre salía a dar mate. En aquella época se jugaban en Bogotá muchos torneos inter-empresas porque había muchas empresas que patrocinaban el ajedrez y yo jugaba siempre por la ETB. En uno de esos torneos como premio me regalaron un tomo de los libros de Grau, que aún lo tengo por ahí guardado. Era el segundo tomo, el de táctica, y a mí me gustó mucho ese libro porque era el estilo que yo siempre practiqué en el ajedrez. Fue el primer libro que estudié seriamente. Ya después conseguí por mi cuenta los demás tomos pero ese segundo volumen fue el que más me gustó y lo estudié muy juiciosamente. En el año 1976 jugué mi primer torneo Distrital Femenino y lo gané, por encima de competidoras muy fuertes de aquella época como las hermanas Gómez (Helena, Esperanza y Constanza), Rosalba Patiño y Lilith Velásquez, entre las que recuerdo.”
Ese primer torneo de relevancia que ganó Teresa fue el propulsor que disparó su carrera en el ámbito nacional: “Ganar ese Distrital me dio la casilla para disputar mi primer nacional que fue en Moniquirá (Boyacá). Tanto en el Distrital como en el Nacional finalicé invicta, sin perder ninguna partida. Recuerdo que mi última partida en ese nacional fue contra Ilse Guggenberger que venía de ser cuatro veces campeona nacional” (y que luego lo sería cuatro veces más).
Debido a su notable performance en ese último año, Teresa fue convocada a la selección nacional que disputó la olimpiada en Haifa (Israel) en 1976, donde contribuyó con su actuación a que Colombia terminara en el puesto 15, la mejor actuación de la historia hasta ese momento, posición que se repetiría en Lucerna ocho años después cuando Teresa ganó la medalla de oro.
En total Teresa jugó en tres Olimpiadas: Haifa-Israel (1976), Malta (1980) y Lucerna - Suiza 1982 con un resultado resumido de 9 partidas ganadas, 12 empatadas y 6 perdidas, para un total de 15 puntos de 27 partidas (56% de rendimiento).
Para ese entonces, cuando Teresa era campeona nacional y había jugado su primera olimpiada, la ETB le daba una bonificación por jugar por la empresa. No era un contrato laboral, porque ella no trabajaba directamente con la empresa, sino que la ETB le pagaba por representarla en los diversos torneos. “La ETB nos trataba muy bien. Nos pagaba la inscripción a los torneos y nos daba refrigerios, comidas etc. en los eventos. Ya posteriormente firmé un contrato laboral en firme con la ETB y comienzo a trabajar con ellos cumpliendo horarios y demás. Sin embargo, yo seguía jugando ajedrez representando a la empresa en todos los eventos que jugaba”.
Teresa participó en más de 10 campeonatos nacionales y fue dos veces campeona nacional de ajedrez femenino: el ya mencionado de Moniquirá en 1976 y en 1982 en Sevilla (Valle). También fue invitada a jugar un zonal masculino en Bolívar (Antioquia), enfrentándose a jugadores de la talla de Alonso Zapata, Gildardo García, Carlos Cuartas, Darío Alzate, Luis García, etc. “No recuerdo muy bien mi posición al final; lo único es que no quedé de última. De hecho, le hice perder una apuesta a Bernardo Fernández, un jugador antioqueño que había apostado 20 mil pesos de la época a que me ganaba, pero la partida finalmente fue tablas”, recuerda Teresa con una sonrisa.
Por aquella época, Teresa conoce a Luis García, un maestro bogotano que por entonces era entrenador de la Liga de Bogotá junto con Norberto Velandia. “Yo comienzo a entrenar con él aunque su estilo era muy diferente al mío. El era muy posicional mientras que yo era más táctica y de ataque”. Luis García es un jugador bogotano que en el Torneo Internacional Santafé de Bogotá del año 1978 logró norma de GM y es el actual esposo de Teresa con quien tiene 3 hijos. “Tengo tres hijos, dos varones y una niña, sin embargo, a ninguno le interesó el ajedrez en serio como para dedicarse profesionalmente a él”. Gracias al ajedrez, Teresa también pudo cursar una carrera profesional en la Universidad Central. “Me gradué de la carrera de Publicidad y toda la carrera estuve becada, precisamente por mis logros en el ajedrez y representé a la universidad en los diferentes torneos universitarios”.
El ajedrez femenino ha ido cobrando marcada relevancia en el ámbito mundial en los últimos tiempos. La participación de las mujeres en el ajedrez ha sido una historia de perseverancia y logros máxime cuando ha sido un campo tradicionalmente dominado por hombres. Aunque las mujeres han enfrentado desafíos importantes a lo largo de la historia, han logrado abrirse campo con logros significativos y con una creciente participación en la historia reciente. Revisando las últimas estadísticas de la Fide, encontramos que, del total de jugadores activos registrados en la base de datos de la Federación Internacional, el 11% corresponde a mujeres. Es un porcentaje bastante bajo aún, pero la buena noticia es que ha ido en aumento y es cada vez más común ver una masiva participación de mujeres en los diversos torneos que se vienen realizando. Para la muestra, por ejemplo a nivel local, en el último torneo abierto de las Flores llevado a cabo en Medellín en el mes de Agosto, el total de jugadores sumando los torneos IRT e ITT fue de 296 de los cuales 58 correspondieron a mujeres, para un total de 20% de participación. Es una buena noticia y que nos muestra a las claras que las mujeres continúan abriendo una senda importante en el ajedrez a nivel competitivo. Esto también coadyuva a derribar estereotipos y prejuicios de género. Porque está más que demostrado que las mujeres pueden competir y triunfar en igualdad de condiciones con los hombres y, además, con su creciente participación, se promueve un entorno más inclusivo y equitativo. Esto no solo beneficia a las mujeres, sino que también mejora el ambiente general del ajedrez, porque se fomenta también el respeto y la camaradería entre todos los jugadores.
El último torneo de importancia que Teresa jugó a nivel nacional fue el Torneo Panamericano que se llevó a cabo en 1996 en Bogotá, donde compitió con 40 representantes de todo el continente. “No fue mal pero ya para entonces había perdido un poco la motivación para el ajedrez competitivo. Por ningún motivo estoy diciendo que me haya desencantado del ajedrez como tal, porque mi amor por el ajedrez nunca ha disminuido y siempre permanecerá. Pero sí me desencanté de la desorganización a nivel dirigencial, de los conflictos y demás. De esto si me decepcioné”.
Teresa finalmente salió pensionada de la ETB y a pesar que no volvió a competir formalmente, ha estado ligada al ajedrez de una u otra forma. “Estuve participando en un programa con la alcaldía local de Fontibón, donde fomentamos y promocionamos el ajedrez en la comunidad. Realizamos actividades en los centros comerciales de la zona, como simultáneas, exhibiciones, etc. Nos enfocamos primordialmente en personas que hayan sufrido algún tipo de accidente cerebro vascular, porque yo estoy convencida que el ajedrez es una herramienta muy eficaz y que puede ayudar en la recuperacíon de este tipo de pacientes. Nuestro propósito también es que la gente no solo aprenda a jugar al ajedrez sino que también por medio de este, aprenda a pensar…”
Ante la pregunta obligada de qué ha significado el ajedrez para ella, Teresa responde: “El ajedrez ha sido todo para mi. No tengo palabras para resumir el amor que tengo por este juego. Gracias al ajedrez entré a la empresa donde desarrollé mi vida profesional y me pensioné. Gracias al ajedrez me gradué de la universidad. Gracias al ajedrez conocí a mi esposo. Gracias al ajedrez conocí mucha gente, muchas culturas y me desarrollé como persona integral. Llevo al ajedrez en mi corazón y moriré amándolo”.
Aunque el ajedrez en Colombia sigue enfrentando desafíos en diversas áreas, jugadoras como Teresa Leyva han demostrado que es posible alcanzar un alto nivel competitivo. Su carrera ha dejado una huella significativa en el ajedrez colombiano, y su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de ajedrecistas en el país.

Ingeniero de Sistemas Universidad Nacional - Universidad Católica de Colombia - Especialista en Gerencia de Proyectos Amo el ajedrez como deporte, ciencia y arte. Me gusta escribir sobre historia y literatura en general.