El 9 de septiembre de 1984 comenzó una de los matches más interesantes por la corona del ajedrez entre dos grandes maestros soviéticos. Una match que estuvo impregnada de política, y que terminó no sólo con la derrota del gran maestro leal al partido, sino también del sistema en su conjunto.
Fue entonces cuando comenzó el famoso enfrentamiento, que incluyó un total de 5 partidas y duró hasta la escisión de la federación en 1993.
Según el reglamento, se declaraba vencedor al participante que fuera el primero en ganar 6 partidas. Los empates no se incluían en esta estadística. Y mirando al futuro, podemos decir que fue este acontecimiento deportivo el que obligó a abandonar la aplicación ulterior de tal formato de competición.
Rivales
Anatoly Karpov fue uno de los pocos ajedrecistas que se proclamó campeón del mundo sin enfrentarse al anterior poseedor.
El estadounidense Robert Fischer se negó a defender su título en 1975. La razón formal fue que la FIDE se negó a cumplir una enorme lista de requisitos, algunos de ellos francamente inadecuados, y de hecho, tras alcanzar la cima, el de Chicago perdió la motivación y no jugó una sola partida oficial durante dos años y medio.
Los especialistas coinciden en que, para «no meter la cara en el barro», el estadounidense evitó así la derrota en el «campo de batalla» ajedrecístico.
Después, Karpov defendió dos veces su título en partidas contra Viktor Korchnoi. Un punto importante es que el retador había abandonado la URSS unos años antes y había pedido asilo político en Europa.
Castigar al «traidor» se convirtió en una cuestión de principios para el Partido Comunista. Casi todos los ajedrecistas soviéticos, de una forma u otra, ayudaron al campeón en sus preparativos para la competición. Y el triunfo final de Karpov fortaleció enormemente su relación con los dirigentes del país, que desempeñaría un papel muy importante en futuros acontecimientos.
Garry Kasparov, que nació con el apellido Weinstein para luchar por la corona mundial, derrotó en partidas a otros tres contendientes: Alexander Belyavsky, Viktor Korchnoi y Vasily Smyslov. Por aquel entonces, el nativo de Bakú sólo tenía 21 años.
Ya había ganado muchos torneos, y en junio de 1984 participó en el match URSS contra el resto del mundo en el segundo tablero.
Los estilos de juego de los dos rivales representaban direcciones opuestas en el arte del ajedrez. Karpov era partidario de un juego tranquilo y fiable, fluido y sin riesgos innecesarios, acumulando pequeñas ventajas posicionales para convertirlas en resultados exitosos.
Kasparov, por el contrario, era conocido por su enfoque agresivo y dinámico a la hora de dirigir una partida y su capacidad para asumir riesgos en los momentos clave. Esto último predeterminó la historia.

Juegos de espías y política
Al principio a los espectadores les pareció que el joven oponente no sería un gran problema para el vigente campeón. Después de 9 partidas el marcador ya era de 4:0 a favor de Karpov, pero más tarde se produjo un momento importante: se descubrió un espía en el cuerpo técnico de Kasparov, y tras deshacerse de él la situación empezó a cambiar bruscamente.
Hay que tener en cuenta que la partida en sí es sólo la «punta del iceberg». Incluso los jugadores novatos dedican mucho tiempo a entrenarse. Y para los grandes maestros, la creación de «deberes» es la rutina principal. Una tarea muy importante es sorprender al adversario, aplicar alguna combinación hasta ahora desconocida, porque detrás del tablero encontrar un «antídoto» no siempre es posible, ni siquiera para el mejor de los mejores. Por lo tanto, la información sobre lo que el oponente desarrolla, da sólo una ventaja increíble.
Por cierto, éste no es el último caso de espionaje en su enfrentamiento plurianual, y en dos años seguirá habiendo un escándalo enorme.
Además, un factor importante fue que el Partido Comunista estaba completamente del lado de Karpov. Como dijo Nikolai Krogius, jefe del departamento de ajedrez del Comité de Deportes: «En este momento la URSS tiene un campeón del mundo, y no necesitamos otro».
A ojos de los dirigentes soviéticos, el actual poseedor del título era un héroe que había derrotado al «traidor» Korchnoi en dos ocasiones anteriores. Por supuesto, nadie quería destruir la imagen del genio invencible que se había creado. Y el propio Karpov respondió con total lealtad al régimen autoritario, lo que no puede decirse del voluntarioso Kasparov.
Una serie de empates
Después de que Kaspárov eliminara al traidor de su entorno, la situación en el match se estabilizó. A todos les esperaba una larga serie de 17 tablas consecutivas. Más tarde Karpov ganó la 27ª partida, y en la 32ª Kasparov obtuvo su primera victoria. En ese momento parecía que simplemente había emborronado el marcador, que el resultado estaba cantado -después de todo, el vigente campeón estaba a sólo un paso del triunfo-.
Sin embargo, a continuación se produjo otra larga serie de 14 empates.
Semejante número de «partidas mundiales» no podía sino reflejarse en el «arte popular».
«La partida de hoy entre Karpov y Kasparov terminó en tablas. El próximo sorteo tendrá lugar mañana».
«Pronóstico para mañana: +10 en Kiev, +15 en Tiflis y de nuevo tablas en Moscú».
«Karpov se sienta en el tablero, coge un peón y pregunta: «¿El peón de quién?» «Un empate», responde Kaspárov y los grandes maestros se dan la mano.
Detenido el match
El punto de inflexión fueron las partidas 47 y 48: Kasparov ganó ambas y el marcador ya era de 5:3.
Después de esto ocurrió algo escandaloso y sin precedentes: el entonces presidente de la FIDE, Florencio Campomanes, decidió suspender el match sin declarar un ganador. Lo explicó diciendo que se habían agotado los recursos físicos y psicológicos no sólo de los participantes en el match, sino también de todos los implicados en él.
Al principio, ambos participantes protestaron. Sin embargo, Karpov, que había sido incapaz de ganar durante 27 partidas, firmó rápidamente un consentimiento. Kaspárov, por su parte, no lo hizo y calificó lo sucedido de «representación escenificada», cuyo propósito era salvar a Kárpov de una derrota ignominiosa.
Continuación de la historia
El 3 de septiembre de 1985 comenzó un nuevo match entre Karpov y Kasparov.
Teniendo en cuenta la experiencia anterior, se estipuló en el reglamento un límite de 24 partidas. La URSS intentó obligar a la Federación de Ajedrez a permitir que el vigente campeón tuviera una ventaja de 2 puntos, argumentando que esa era la diferencia en el marcador en el momento de la interrupción. Sin embargo, nadie lo aceptó, y el combate comenzó 0:0.
La nueva contienda se desarrolló con desigual éxito y en el momento de la última partida el marcador era de 4:3 (sin contar las tablas) a favor de Kasparov. Karpov, que jugaba con blancas, sólo necesitaba ganar, pero le gustaba demasiado atacar, por lo que no supo ver las contraamenazas y perdió.
Así, Garry Kasparov, de 22 años, se convirtió en el campeón de ajedrez más joven del mundo en aquella época.
Más tarde, hubo 3 matches más en 1986, 1987 y 1990. Pero los tres intentos de Karpov por recuperar la corona ajedrecística resultaron infructuosos: Kasparov se impuso. Y en 1993 se produjo una escisión en la Federación de Ajedrez, pero esa es otra historia.